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KENNEDY: EL PESO DE UN APELLIDO Por: Sophia Lacayo

Un joven de setenta años irrumpe en el marcador electoral de Estados Unidos contra los mismos contendientes de la anterior elección, cuyas edades, sumadas el día de la toma de posesión, serán 160 años.
El Robert Kennedy Jr de hoy ha sepultado sus pecadillos juveniles con una exitosa carrera como abogado de causas difíciles, fiscal, promotor de organizaciones ambientalistas, con particular inclinación a la defensa de las fuentes hidricas y manifestando diversas pasiones deportivas siendo la cetrería una categoría que ejerce a nivel de experto.
Su reciente proclama con el título de «Como veo el estado de nuestra union» es una crítica severa a la situación que vive su país y una oferta nostálgica basada en la evocación de mejores tiempos y en el recuerdo de su ascendencia familiar.
Un padre y un tío asesinados, el segundo en pleno ejercicio de la Presidencia y el primero a pocos meses de ganarla, constituyen un capital político poderoso.
Víctima de una anomalía denominada disfonía espasmodica , es notable su esfuerzo por tratar de comunicarse con coherencia y precisión, evidenciando dominio de los temas que desarrolla.
Hasta ahora, luego de instalado el bipartidismo Democrata-Republicano a mediados del siglo XIX, ningún outsider ha podido lograr la presidencia del coloso del norte. ¿Podrá hacerlo el nieto de Joseph Kennedy?.

UNA ESTRUCTURA INEXPUGNABLE

Aunque no nos demos cuenta, en cada elección presidencial estadounidense participan más candidatos que los postulados por los dos grandes partidos.
Pero inscribirse,promoverse, lograr el apoyo popular y sumar los votos en el Colegio Electoral es una carrera de obstáculos,
tan complicada que muy pocos de los candidatos alternos han tenido alguna posibilidad de incidir en el marcador.
Si un candidato pretende inscribirse en calidad de independiente , como es el caso de Robert Kennedy Jr, debe recabar firmas de respaldo en los 50 estados y en el Distrito Columbia.
Pero ,superado ese obstáculo , la fase siguiente es aún más exigente: Promover una candidatura independiente exige un enorme despliegue propagandístico.
Dado que la norma limita el gasto publicitario, un candidato independiente, inclusive si tiene recursos, estará en desventaja frente a esas corporaciones comunicacionales que son los grandes partidos.
Peor aún, el acceso a los debates televisados, se le permite a candidatos con altos porcentajes en los sondeos de opinión.
Supongamos que superadas las alcabalas anteriores, el candidato reúne una importante votación popular. Topará entonces con una realidad singular: Salvo en dos estados ( Maine y Nebraska) el candidato que obtiene más votos en un estado se adjudica TODOS los electores al Colegio Electoral correspondientes, por lo cual, tal como ha ocurrido en cinco ocasiones, un candidato puede obtener la mayoría en el voto popular a escala nacional y ser minoría en el Colegio Electoral, es decir , perder la presidencia.
Eso también explica como un candidato independiente puede obtener 18,9 % de los votos populares sin obtener siquiera un voto del colegio electoral, tal como le ocurrió a Ross Perot en 1992.
El mismo ejemplo, por otra parte, nos dice que una candidatura de ese tipo puede tener incidencia indirecta en el resultado final: Perot le restó votos populares al presidente George W. Bush, y Bill Clinton, gracias a ello, logró ganar en varios SWING STATES y conquistar la nominacion.
En resultado más estrecho, en el año 2000 Ralph Nader le restó a Al Gore los votos que le hubiesen dado el triunfo en Florida y produjo el resultado favorable a George H.W. Bush.
¿Podrá Robert Kennedy Jr incidir en el resultado del 5 de noviembre?

LA SUMA ALGEBRAICA

El más exitoso de los outsiders en la historia de los Estados Unidos fue Teodoro Roosevelt en 1912 cuando enfrentándose al presidente Taft, candidato oficial del Partido Republicano, se postuló por el Partido Progresista y logró el segundo lugar tanto en el voto popular como en el Colegio Electoral, pero permitiendo el regreso de los demócratas a la Casa Blanca (W. Wilson) abriendo uno de los paréntesis del largo dominio Republicano en aquellos tiempos.
Nada parece indicar que Robert Kennedy Jr resulte primero o segundo en un cuadro tan polarizado.
Ni siquiera puede afirmarse que llegará al día de la elección con ese 20% que le asignan los estudios de opinión, pues la tendencia ( incluso en el caso de Perot y más notoria en Nader ocho años después) es un descenso en picado de esas cifras al operar la economía del voto.
Por lo tanto, podemos calcular una votación muy inferior de Kennedy, sin que esto implique despreciar su papel: En fin de cuentas, una elección es una suma algebraica cuyo resultado final viene dado por los votos que recibes como candidato y los que restas al adversario.
Es, llegado este punto, donde el análisis se complica un poco: En 1912 Roosevelt le restó a Taft (mejor dicho, le succionó el voto republicano) y, en la práctica favoreció al demócrata Wilson, en 1968 George Wallace dividió el voto demócrata y ganó el republicano Richard Nixon y ya explicamos que ocurrió en 1992 y 2000 con Perot y Nader, respectivamente.
Al revisar las posibilidades de de Robert Kennedy Jr para producir un resultado similar, se nos presenta un problema: Su filiación demócrata nos llevaría a una conclusión aparentemente obvia, en el sentido de que las cuentas electorales amenazadas serían las de Biden.
No obstante dos elementos parecen desvirtuar esa posibilidad: En primer lugar , carece de respaldos importantes del partido y su propia familia ha manifestado la fidelidad de marca.
En segundo lugar , los elementos conspiranoicos, antivacunas y pro-rusos de su discurso , son atractivos para el electorado de Trump y producen rechazo en el simpatizante demócrata típico.

THE DAY AFTER

Si Robert Kennedy Jr produce algún impacto importante, puede llevar al replanteamiento de un viejo tema: La revisión del modelo electoral estadounidense.
Sería pedante de nuestra parte proponer correcciones al sistema electoral más estable del planeta.
Pero pecaremos de atrevidos al sugerir la adopción de un sistema de elección directa, sin Colegio Electoral, aunque se implemente en forma gradual y progresiva.
Para sustentarlo voy a recurrir a dos ejemplos y un ejercicio de imaginacion:
Primer ejemplo , ya mencionado, en la elección del año 2000 Al Gore ganó nacionalmente en el voto popular pero perdió por 5 votos ( 271 a 266 ) en el Colegio Electoral. Hubo reclamos por irregularidades en Florida ( estado que aporta 25 votos) donde con más de seis millones de votos válidos la diferencia a favor de George W.H. Bush fue de apenas 547 votos.
Gore y su equipo reclamaron , se hizo la revisión y a pesar de las dudas, el candidato demócrata facilitó el curso institucional.
Segundo ejemplo, en 2020 Joe Biden ganó el voto nacional con una diferencia a favor de siete millones de votos contra Donald Trump. El resultado en el Colegio Electoral fue igualmente contundente: 306 a 232 a favor de Biden.
Recordando lo ocurrido después, un intento de golpe de Estado desde la propia presidencia, los invito a imaginar que hubiese ocurrido en el año 2000 si el criterio irresponsable de 2020 se hubiese hecho presente.

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