El paradigma de justicia pierde por estos días todo su contenido semántico en los Estados Unidos. La puesta en escena de una especie de circo, operado por demócratas, con un fiscal demócrata, un juez demócrata, un jurado demócrata y una mayoría de medios de prensa demócratas. La repetición de la palabra se justifica para describir el proceso mediante el cual el expresidente Donald Trump, fue declarado culpable de los 34 cargos en el juicio por presunta falsificación de registros comerciales relacionados con el pago de 130,000 dólares a la prolífera actriz porno Stormy Daniels.
Se veía venir, incluso llegó antes de lo esperado. Después alrededor de nueve horas de deliberación, el jurado encontró a Trump culpable de los 34 cargos que se le imputaban en lo que para muchos es un irrespeto a las leyes constitucionales del país y funciona como un dardo político con el fin de inhabilitarlo o destruirlo con miras a las elecciones de noviembre. Aunque, el tiro, como reza el refranero popular les salió por la culata, pues el exmandatario creció paralelamente en apoyo, liderazgo y recaudación de fondos. (su campaña recaudó más de 200 millones de dólares en solo 3 días).
El propio Trump calificó el juicio como una «vergüenza» y se declaró «inocente». Su abogado, Todd Blanche, anunció que apelarán el veredicto lo antes posible. La sentencia, que podría implicar hasta cuatro años de prisión y será anunciada por el juez Juan Merchán el 11 de julio. Aunque el caso está, al parecer, lejos de concluir. El apoyo al expresidente no demoró y corrió como pólvora luego de la noticias. En Florida, Trump encontró un cuartel general cuajado de manos aliadas.
El senador republicano de Florida, Marco Rubio, calificó el veredicto como «una completa parodia que se burla de nuestro sistema de justicia». En una publicación en X. Rubio subrayó que «un juicio político espectáculo llevado a cabo por un juez abiertamente pro-Biden cuya hija se beneficia económicamente del caso, un jurado del condado más liberal de Estados Unidos, cargos absurdos y ridículos e instrucciones del jurado escandalosas que garantizaban veredictos de culpabilidad. Biden y la izquierda trastornada de Trump no se detendrán ante nada para permanecer en el poder».
Su homólogo Rick Scott, criticó la decisión del jurado: “Este fue un juicio falso y el ejemplo más claro que jamás hayamos visto de interferencia electoral. Estoy furioso y ningún estadounidense está a salvo de la persecución política demócrata… Joe Biden y la maquinaria demócrata fabricaron un caso legal contra Trump para ganar una elección. Fui a Nueva York para apoyar al presidente Trump y los votantes estadounidenses lo apoyarán este noviembre».
Entretanto, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, atacó el proceder del «fiscal de izquierda». (en referencia a Alvin Braggs)”: «El veredicto de hoy representa la culminación de un proceso legal que se ha doblegado a la voluntad política de los actores involucrados: un fiscal de izquierda, un juez partidista y un jurado que refleja uno de los enclaves más liberales de Estados Unidos, todo en un esfuerzo por ‘atrapar’ a Donald Trump».
DeSantis, quien ha hecho las paces políticas luego de su archirrivalidad con Trump en las primarias republicanas, añadió: «este mismo fiscal de distrito excusa rutinariamente conductas criminales de una manera que ha puesto en peligro a ciudadanos respetuosos de la ley en su jurisdicción».
De igual manera, los congresistas María Elvira Salazar, Carlos Giménez y Mario Díaz-Balart se sumaron al respaldo público a Trump.
Salazar dijo que «Es un día profundamente triste en la historia de los Estados Unidos. Como en una República Bananera, el sistema judicial fue politizado en contra de un candidato presidencial. ¡Esto es inaceptable! el pueblo estadounidense comprende el significado de esta gran injusticia y responderá en las urnas”
Giménez hizo énfasis en que “la persecución política del presidente Trump les recuerda a muchos en nuestra comunidad un ‘juicio popular’ en la Cuba comunista. Juicios espectaculares en tribunales irregulares, donde rivales políticos inocentes fueron acusados, sentenciados y luego ejecutados en cuestión de horas”
Díaz-Balart, por su parte sostuvo que «El caso contra el expresidente Trump es una evidente y flagrante parodia de la justicia y una caza de brujas política. Esta es una amenaza directa a nuestra democracia. Este caso nunca debería haber visto la luz del día».
La Florida es, precisamente, el campo de batalla legal donde Trump enfrentaría otro juicio, por el tema de caso de los documentos clasificados, aunque la jueza federal Aileen Cannon canceló el inicio del proceso previsto para el pasado 20 de mayo, posponiéndolo indefinidamente. La magistrada declaró que sería “imprudente” fijar una nueva fecha lo que genera dudas sobre la capacidad de los fiscales para llevar a Trump al banquillo antes de las elecciones presidenciales. Cannon también denegó la solicitud del fiscal Jack Smith que buscaba imponerle una orden de silencio al expresidente por afirmar que agentes del FBI estaban dispuestos a dispararle durante el allanamiento de su propiedad en Mar-a-Lago.
El paradigma de justicia pierde por estos días todo su contenido semántico en los Estados Unidos, pero encuentra cobija en Florida, un estado que era pendular pero que ahora es más republicano que nunca.