Dijo el poeta indio Rabindranath Tagore: “Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que paciente la sostiene”. Se cerró la celebración de Acción de Gracias y nos adentramos en el último mes de este 2024. Diciembre es un mes especial, de análisis y resoluciones. Pueden haber cambiado muchas cosas en el año, pero no tú esencia. La familia emerge. Y cada episodio experimenta en los huesos el amor como brújula y sostén. Valores, como la empatía, la paciencia, la comunicación, el amor incondicional y el apoyo mutuo, son esenciales para crear un ambiente de armonía y crecimiento. En el núcleo familiar, se aprenden las bases de la tolerancia, la honestidad y la solidaridad, que no solo contribuyen a la formación de individuos íntegros, sino que también ayudan a construir una sociedad más justa y compasiva. Cultivar y transmitir estos valores fortalece el sentido de pertenencia y fomenta una conexión profunda que perdura a lo largo de la vida.
Desde la perspectiva de una mujer empoderada, el acto de dar gracias se convierte en una herramienta poderosa de transformación personal y comunitaria. No es solo una expresión de buenos modales, sino una manifestación de fuerza, madurez y visión. En un mundo donde las mujeres enfrentan múltiples desafíos para ser reconocidas y valoradas, la gratitud actúa como un faro que ilumina el camino hacia relaciones más equilibradas y una convivencia más armoniosa.
La gratitud no es un acto pasivo; es un compromiso activo. Significa reconocer lo que tenemos, valorar lo que hemos logrado y celebrar el apoyo que recibimos. En el contexto navideño, cuando nos reunimos con la familia y amigos, dar gracias nos permite detenernos y apreciar las bendiciones que a menudo damos por sentadas. Esta práctica, lejos de ser un signo de debilidad, muestra fortaleza, pues quien agradece es consciente de su lugar en el mundo y de la interdependencia que nos une como seres humanos.
La Navidad es una oportunidad perfecta para transmitir valores que refuercen el tejido familiar, pero también es un momento en el que las mujeres podemos liderar desde el ejemplo. Al hablar de valores como la paciencia, la comunicación y el perdón, no podemos ignorar que, en muchos hogares, son las mujeres quienes se convierten en el pilar emocional y organizativo. Sin embargo, la mujer empoderada no solo da, sino que también enseña a recibir y a agradecer.
Dar sin esperar nada a cambio es un acto de generosidad que enriquece tanto a quien da como a quien recibe. Para una mujer empoderada, este valor no se limita al ámbito familiar; se extiende a la comunidad, al entorno laboral y a las relaciones personales. Es una declaración de que el poder radica no en acumular, sino en compartir.
La mejor forma de enseñar gratitud es vivirla. Como madres, tías, hermanas o líderes en nuestras comunidades, las mujeres tienen la capacidad única de modelar este valor de forma coherente y tangible. Durante las fiestas navideñas, esto puede traducirse en gestos concretos: dedicar tiempo de calidad a los hijos, apoyar causas comunitarias, compartir momentos significativos con amigos y, sobre todo, expresar agradecimiento de manera explícita.
A menudo, se piensa que la gratitud puede estar reñida con el empoderamiento, como si agradecer implicara aceptar menos de lo que merecemos. Sin embargo, sucede exactamente lo contrario. Una mujer que agradece reconoce sus logros, valora su camino y celebra los apoyos que ha recibido sin perder de vista su valía ni su capacidad de decidir. La gratitud fortalece la autoestima y fomenta la construcción de redes de apoyo esenciales.
Agradecer nos recuerda que el éxito, tanto personal como colectivo, es el resultado de la colaboración, el apoyo y la comprensión mutua. Este mensaje es especialmente relevante en una sociedad que a veces minimiza la importancia de las conexiones emocionales en favor de una visión individualista del éxito.
Al agradecer, transmitimos un mensaje poderoso: valoramos lo que tenemos, reconocemos nuestras raíces y proyectamos un futuro lleno de posibilidades. Así, la gratitud se convierte en una herramienta no solo para vivir una Navidad significativa, sino para inspirar a otros a cultivar relaciones basadas en el amor, el respeto y la generosidad. Seas llama o candil, agradece ¿Qué mejor regalo en estas fechas que el de enseñar y practicar este valor transformador? Sé luz.