“Las deudas son como cualquier otra trampa en la que se es muy fácil caer, pero de la que es dificilísimo salir” sentenció el escritor irlandés George Bernard Shaw. Y es que la ecuación es simple: a mayor deuda mayor pobreza. Pero no para todos por igual. El gobernante de Nicaragua, Daniel Ortega, decidió incrementar significativamente el límite de la deuda externa del Gobierno Central, elevando el tope de 707 millones de dólares a 1.208 millones de dólares. Esta medida se produjo en un contexto en el que el país acordó dos nuevos préstamos con empresas chinas por un total de 282 millones de dólares. Estos fondos se destinarán, presuntamente, a financiar la construcción de la carretera costanera en el Pacífico y a mejorar la capacidad del país para responder a emergencias naturales.
Con la suscripción de estos nuevos préstamos, el endeudamiento externo de Nicaragua con entidades chinas alcanza los 849,17 millones de dólares en lo que va del año. Esta cifra se suma a los 567,17 millones de dólares que China ha prestado para la ejecución de cuatro proyectos en los últimos seis meses.
La decisión de Ortega de aumentar el límite de endeudamiento refleja una estrategia clara para asegurar más recursos externos destinados a proyectos esenciales de infraestructura, salud y energía. Sin embargo, también pone de manifiesto la creciente dependencia de Nicaragua en los préstamos internacionales, particularmente provenientes del gigante asiático. Este aumento en la deuda externa no solo involucra al gobierno chino, sino también a empresas privadas chinas, lo que añade una nueva dimensión a la relación financiera entre ambos países.
El incremento en la deuda externa de Nicaragua, que ahora supera los 15 mil millones de dólares, representa más del 50% del Producto Interno Bruto del país. Este nivel de endeudamiento genera preocupaciones sobre la sostenibilidad financiera de Nicaragua a largo plazo, especialmente considerando que el Estado tuvo que destinar 600 millones de dólares en 2023 únicamente para el servicio de la deuda. Según los críticos, estos recursos podrían haberse utilizado de manera más efectiva para mejorar los salarios de los maestros, fortalecer la seguridad social, o elevar la calidad de los servicios de salud y educación en el país.
El fortalecimiento de los lazos económicos entre Nicaragua y China se enmarca en un contexto de relaciones diplomáticas cada vez más estrechas, que culminaron en diciembre de 2023 con la elevación de las relaciones bilaterales al nivel de “asociación estratégica”. Esta asociación fue celebrada por Ortega como un “regalo navideño” y una “gran noticia” para el país. Sin embargo, esta alianza genera críticas y sospechas debido a la creciente influencia de China en la política y economía nicaragüense, y al aumento de la deuda que conlleva.
Las relaciones diplomáticas entre Nicaragua y la República Popular China tienen una historia compleja. Inicialmente establecidas en 1985 durante el primer gobierno sandinista, fueron suspendidas en 1990 cuando el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro estableció lazos con Taiwán. No fue sino hasta diciembre de 2021 que Nicaragua reanudó relaciones con China y cortó los lazos con la isla independiente,
El aumento del límite de deuda externa ha sido interpretado por muchos como una maniobra para permitir al gobierno de Ortega continuar con un patrón de endeudamiento insostenible. Nicaragua se adentra en su decimoséptimo año bajo la bota de Ortega, y está acumulando deudas de manera irresponsable, lo que podría hipotecar su futuro económico. Dee hecho, los fondos que se utilizan para pagar la deuda podrían destinarse a mejorar servicios públicos esenciales, como la educación y la salud, en lugar de perpetuar un ciclo de endeudamiento que podría resultar perjudicial para la economía del país.