En la campaña electoral de Bill Clinton en 1992, uno de los mensajes más recordados fue “Es la economía, estúpido”, una frase simple pero poderosa que encapsulaba la importancia de la economía en la vida cotidiana de los ciudadanos y, por ende, en sus decisiones electorales. Este enfoque en temas económicos no solo resultó crucial para la victoria de Clinton sobre George H.W. Bush, sino que también estableció un precedente sobre cómo las condiciones económicas pueden ser un predictor fuerte de resultados electorales en casi cualquier parte del mundo.
A lo largo de los años, la economía ha seguido siendo un factor decisivo en la política, influenciando las percepciones de los votantes y determinando en gran medida su comportamiento en las urnas y hoy el impacto en los hogares estadounidenses se hace cada vez más evidente. Una encuesta reciente realizada por CNN muestra que casi cuatro de cada diez adultos estadounidenses (39%) se preocupan con frecuencia por no poder cubrir sus gastos familiares, un aumento significativo en comparación con el 28% registrado en diciembre de 2021. Esta cifra refleja un nivel de ansiedad económica similar al observado durante la Gran Recesión, cuando el 37% de los encuestados compartía esta preocupación.
El panorama económico ha forzado a muchos estadounidenses a ajustar sus vidas para poder llegar a fin de mes. Según el mismo estudio, un 35% de los estadounidenses ha tenido que aceptar trabajos adicionales, y la situación es aún más crítica entre los latinos (52%) y los afroamericanos (46%), quienes reportan una preocupación constante por la insuficiencia de ingresos. Este ajuste se traduce en recortes en gastos de entretenimiento, cambios en los hábitos de compra, y una mayor dependencia de las tarjetas de crédito, con un 37% de los encuestados contrayendo nuevas deudas para cubrir necesidades básicas.
El aumento del costo de vida es un problema persistente, con dos tercios de los estadounidenses (65%) identificando los gastos y el costo de vida como su principal preocupación económica. Aunque esta cifra es inferior al 75% registrado en el verano de 2022, sigue siendo considerablemente más alta que en el verano de 2021, cuando solo el 43% mencionó problemas relacionados con los gastos.
A pesar de que la inflación anual se ha reducido al 3% en julio de 2024, significativamente menor que el pico del 9% alcanzado en junio de 2022, los consumidores todavía enfrentan precios más altos que el año anterior. Esta desaceleración en la tasa de inflación no significa que los precios estén bajando, sino que están aumentando a un ritmo más lento. Se estima que el hogar promedio ahora gasta 925 dólares más cada mes para adquirir los mismos bienes y servicios que hace tres años. Este aumento en el costo de vida ha afectado especialmente a los hogares con ingresos menores a 50,000 dólares anuales, donde más de la mitad de los encuestados expresa preocupación por poder cubrir sus gastos básicos.
La realidad económica ha llevado a muchos estadounidenses a tomar medidas drásticas. Un 35% de los adultos ha tenido que buscar trabajos adicionales para cubrir sus gastos, y entre los latinos y afroamericanos, este porcentaje es aún mayor, alcanzando 52% y 44%, respectivamente. Además, el 47% de las personas menores de 45 años también reporta haber tomado trabajos extras para equilibrar su economía. Estos datos subrayan cómo, a pesar de los incrementos salariales, una gran parte de la población sigue luchando por mantener su calidad de vida.
La promulgación de normativas federales bajo la Administración Biden ha generado un impacto económico significativo en los hogares estadounidenses, obligando a las familias a enfrentar costos crecientes que superan incluso los gastos en productos de primera necesidad como alimentos o ropa. Según un estudio reciente, las normativas actuales están costando a las familias un promedio de 15,788 dólares al año, representando un 17% de sus ingresos. Este costo total asciende a 2,117 billones de dólares, una cifra casi equiparable a los 2,328 billones recaudados en impuestos sobre la renta de las personas físicas.
Los costos asociados al cumplimiento de estas normativas federales afectan directamente a las familias, aumentando el costo de vida y reduciendo el poder adquisitivo de los hogares. Estos costos se derivan principalmente de los mandatos y regulaciones que las empresas deben seguir, lo que se traduce en precios más altos para los consumidores, pérdida de empleos y una disminución en la producción económica.
El estudio también compara el número de normativas introducidas por la Administración Biden con las de sus predecesores, revelando que Biden ha promulgado una media de 870 normativas al año, una cifra significativamente superior a la de Donald Trump (701) y Barack Obama (694). Este incremento en la cantidad de normativas ha exacerbado los costos de cumplimiento para las familias y las empresas, aumentando la carga económica general.
En contraste con la política regulatoria de Biden, el expresidente Donald Trump ha expresado su intención de revertir muchas de estas normativas en caso de un segundo mandato. En una reciente entrevista con Bloomberg, Trump detalló sus planes económicos, los cuales incluyen una mayor desregulación, reducción de impuestos, y un enfoque más proteccionista en el comercio internacional.
Trump ha sido claro en su intención de aplicar una política económica similar a la de su primer mandato, pero con mayor rapidez y eficacia. Esto incluye la reducción de la tasa impositiva sobre las corporaciones al 15%, un incremento en la explotación de recursos energéticos y la reversión de las políticas de energía verde implementadas por Biden. Uno de los aspectos más controvertidos de la propuesta económica de Trump es su enfoque en los aranceles. Inspirado por el presidente William McKinley, Trump planea imponer nuevos aranceles a las importaciones, con tasas que podrían oscilar entre el 60% y el 100% para países como China, y un arancel general del 10% para otras importaciones.
El futuro económico de Estados Unidos se encuentra en una encrucijada, con dos visiones contrastantes que tendrán un impacto duradero en la economía del país. El debate sobre el equilibrio entre regulación y libertad económica continuará siendo un tema central en las próximas elecciones, con implicaciones profundas para las empresas, las familias y el crecimiento económico a largo plazo. Pero al final, el votante tiende a votar desde el bolsillo, y ahora desafortunadamente muchos cuentan los centavos para poder cubrir el mes. “Es la economía, estúpido”