Queda poco para la toma de posesión de Donald Trump y a la vez parece un mundo, sobre todo por las acciones de última hora de la administración Biden – Harris para obstaculizar el proceso. De hecho, Trump lanzó fuertes críticas contra el de presidente demócrata, por entorpecer el traspaso. Entre las decisiones más controvertidas está la prohibición de nuevas perforaciones de petróleo y gas en alta mar, una medida que abarca vastas áreas costeras del Atlántico, el Golfo de México y el Pacífico, así como partes del Mar de Bering.
En su plataforma Truth Social, Trump calificó estas acciones como parte de una estrategia malintencionada que abarca «desde ‘Lawfare’ como nunca se ha visto antes, a costosas y ridículas órdenes ejecutivas sobre la ‘Nueva Estafa Verde’ y otros engaños que malgastan dinero», afirmó Trump antes de asegurar que revertirá estas medidas al asumir el poder el próximo 20 de enero.
La medida de Biden generó reacciones polarizadas. Desde la perspectiva del presidente saliente, la decisión responde a un compromiso con la sostenibilidad ambiental y la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, críticos como Trump y el comentarista conservador Ben Shapiro han señalado que esta política podría tener graves repercusiones económicas y estratégicas. Shapiro destacó en su programa que la prohibición coloca a Estados Unidos en desventaja frente a otras naciones y compromete la seguridad energética a largo plazo. Para el sector republicano, la medida simboliza una de las muchas políticas de la administración Biden que, a su juicio, han debilitado al país.
Mientras tanto, el Senado también enfrenta una batalla política en torno a la audiencia de confirmación de Tulsi Gabbard como directora de inteligencia nacional. Los demócratas, encabezados por Mark Warner, solicitaron retrasar el proceso, argumentando la falta de documentos esenciales, como la verificación de antecedentes del FBI y declaraciones éticas completas. Según las normas del comité, estos documentos deben presentarse con al menos una semana de anticipación.
Por su parte, los republicanos, liderados por el senador Tom Cotton, buscan acelerar la confirmación antes del cambio de administración. Cotton criticó a los demócratas por supuestamente usar tácticas políticas para obstaculizar el proceso, especialmente en un momento que considera crítico en la seguridad de los estadounidenses tras recientes ataques terroristas.
Por supuesto que esto le ha pasado factura al cada vez a la izquierda en EEUU. A medida que Joe Biden se prepara para dejar el cargo, las encuestas reflejan una percepción pública desfavorable de su gestión. Según un sondeo de Rasmussen Report, el 48% de los votantes considera que Biden será recordado como uno de los peores presidentes de la historia, mientras que solo el 21% lo ubica entre los mejores. Además, el 54% de los encuestados cree que ninguna de sus políticas mejoró su vida o la de sus familias, un dato que refuerza su baja aprobación general, actualmente situada en el 43%. Este escenario lo coloca incluso por debajo de figuras históricamente polémicas como Jimmy Carter.
Con un panorama político marcado por divisiones y polémicas, Donald Trump llega al inicio de su segundo mandato enfrentando desafíos significativos, desde revertir las políticas de Biden hasta consolidar su visión para el país. Las tensiones en el Senado, las críticas a la transición y el descontento público hacia la gestión saliente prometen un inicio turbulento para la nueva administración. No obstante, Trump ha dejado claro que buscará reinstaurar las políticas que considera clave para «recuperar el sentido común» y fortalecer a Estados Unidos. La pregunta ahora es si logrará cumplir con su ambiciosa agenda en un entorno político cada vez más polarizado y complicado. Por ahora avanza el reloj con un tic tac político que por momentos desespera.